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Todos entramos en el mundo del ejercicio físico primero como un juego siendo niños y después en las clases de educación física. Muchos de nosotros al finalizar nuestra etapa escolar abandonamos la actividad física, porque no nos gusta, no encontramos el tiempo, o tenemos otras prioridades. Pero la mayoría de los que estareís leyendo este post habreís intentado volver a hacer deporte por la imagen corporal, para perder esos kilitos de más, y más de uno y más de dos habrá abandonado el proceso. ¿Cuál es el problema? Cada persona es un mundo y en la actividad física mucho más, pero me atrevería a asegurar que en muchos de los casos es falta de motivación. La motivación es la clave.

Me explico.

Muchos, si no es la mayoría de los que volveís a hacer ejercicio (entre los cuales me incluía yo) teneís un objetivo claro, que suele ser quitar los kilos de más, o sentirte mejor (y quitar esos kilos de más también, jajaja). Y eso está estupendo, pero no es una motivación, es un OBJETIVO. La motivación es aquello que nos hace levantarnos más temprano por las mañanas, que nos hace perder horas de nuestro sueño, o de ver la televisión, que hace que cada día queramos ser mejores; no sólo en el apartado físico, si no en todos los aspectos de la vida. Para muchos ese deseo de perder kilos, puede ser suficiente, pero para otros, ¿estaís dispuestos a gastar toda la energía y a tener espíritu de sacrificio sólo por unos kilos de más?¿O por muchos kilos de más? En el fondo sabemos que no, no es suficiente; y por eso postergamos salir a correr o nos apuntamos al gimnasio y luego no vamos, o encontramos una excusa para no hacerlo, como que hace mucho frío o hace mucho calor, o hace aire, o hace un día estupendo y no voy a malgastarlo haciendo deporte.

A veces necesitamos el apoyo de otros

La solución radica en encontrar esa chispa que nos lleve a querer más, en encontrar un motivo mayor por el que hacer las cosas. En mi caso lo que me espoleó a volver a la carga, tras dos veces que había abandonado el deporte, fue que tras ver como mi capacidad física bajó mucho con la incatividad, me quedó clarísimo que sólo tenemos un cuerpo y tenemos que cuidarlo lo mejor posible. Nuestro cuerpo es como un coche, y es el primer y último coche que estrenaremos en nuestra vida. No podemos tirarlo y comprar uno nuevo, y las piezas de fábrica son siempre mejores que los recambios que nos da la medicina. Yo pensaba ser padre en un futuro ( y ya lo soy), pensaba en poder moverme con libertad y jugar con mi hija, llegar a ser algún día un abuelo ágil y activo, que mi cuerpo no fuera un impedimento para disfrutar de la vida.

Mírate en el espejo, y piensa que es lo que quieres conseguir, pero no a corto plazo, que es lo que quieres conseguir de verdad. Piensa en 10, 20 años, o en las vacaciones del verano que viene. Pero no te quedes en la superficie.

Habrá gente que como yo queira poder madurar y envejecer con calidad de vida. Habrá gente que quiere estar en forma porque tiene que cuidar a alguien importante para él y tiene que estar lo mejor posible. Habrá gente que sólo desee estar lo mejor posible sin más, y habrá gente que al mirarse al espejo y pensar en que es lo que quiere de verdad, pase del ejercicio y de su trabajo y monte una agencia de viajes, no lo sé. Lo que sí que sé, que si eres capaz de encontar esa chispa, ese fuego interior que te hace luchar, cada vez que tnegas ganas de darte por vencido, cada vez que una lesión te deje en la estacada; recuerda en esos momentos porqué lo estás haciendo.

Si en esos momentos de debilidad, focalizas y te centras en ese objetivo superior, lo conseguirás, ni lesiones, ni mal tiempo, ni el cansancio podrán contigo, simplemente recuerda por qué lo estás haciendo.

Ser fuertes para ser útiles