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Somos seres vivos

Estamos vivos, somos seres corpóreos con unas necesidades, con unas funciones y objetivos primordiales. En la escuela nos dijeron; la Relación, la Nutrición y la Reproducción. Pero esas necesidades no son igualitarias, son jerárquicas.

La Relación precede a todas las demás. Es la fuerza y el motor primordial del resto de funciones. Sin una relación con nuestro entrono no somos capaces de encontrar los alimentos necesarios para nuestra nutrición, física y espiritual. Debes recolectar, cazar, pescar o comprar tu comida, debes cocinarla, y en última instancia debes manipular esos alimentos para llevarlos a la boca e incluso masticarlos y deglutirlos.

Lo mismo sucede con tu mente. Nutrir tu cerebro y tu alma te exige que te relaciones con tu entorno, teclees en un ordenador, escribas en un papel, vayas a una biblioteca y escojas un libro. Incluso en el arte abstracto del pensamiento la relación con tu “ecosistema” ha sido previa, y necesaria, la manipulación y observación de todo lo que te rodea y quien te rodea en tu más tierna infancia para conocer y entender el mundo, y después así abstraer pensamientos de esa realidad percibida.

La reproducción no es diferente. Si eres un ser que decide dejar progenie en este incierto mundo, necesitarás relacionarte con tus iguales a fin de encontrar pareja. Una vez dado ese paso previo, una “relación” de fecundación mínimamente eficaz será necesaria para cumplir la función reproductiva, en una alcoba, un laboratorio o el asiento de atrás de un Seat León.

¿Y qué es la Relación? La relación es Movimiento. Te mueves cuando cazas, te mueves cuando compras, te mueves cuando masticas y tragas la comida. El movimiento está presente en el acto de buscar información en internet, en la lectura de un libro movemos nuestros ojos y mantenemos, mejor o peor, una postura que nos permita tener los ojos en la pantalla o en las páginas de lo que nos nutre la mente. Como he dicho antes, incluso en el libre pensamiento necesitas previamente una comprensión del mundo, dada por tu relación con éste. Las mayores y más complejas ecuaciones matemáticas nacieron de los cerebros de personas que primero tuvieron que manipular con sus manos y ver con sus ojos objetos iguales, lo que de bebés les creó la comprensión de los números, aún sin conoce en ese momento su nombre. El Movimiento es la base de la relación con el mundo, y ésta precede al lenguaje y al pensamiento abstracto.

Todos tenemos un cuerpo.

Para relacionarte con tu propio ecosistema, para interactuar con el mundo que te rodea, necesitas un cuerpo. Todos tenemos uno. Y, ¿para qué sirve ese cuerpo? Para muchísimas cosas, muchas de las cuales tienes un control directo y muchas en las que no. Pero primordialmente nacen de una cosa a priori, sencilla. El Movimiento. Te mueves para todo. Para ir a los sitios, para comer alimentos, para conocer el mundo que te rodea, para mantener relaciones sexuales. En un enfoque de lo “macro” a lo “micro”, respiramos gracias al movimiento de la caja torácica que bombea incesantemente los pulmones, el movimiento visceral nos permite la digestión. Incluso estando absolutamente quieto, manteniendo la respiración, el cuerpo realiza micro contracciones y reajustes musculares, el corazón late, y las arterias transportan la sangre por el cuerpo. Se puede decir que somos movimiento.

Me gusta poner el ejemplo que incluso las plantas se mueven. Pon una maceta en una ventana al sol. Una vez ahí, pon una pequeña tabla que le impida a la planta que le de la luz directamente. Con el paso de las semanas y meses la planta se “moverá” hacia el sol, creciendo y deformándose para alcanzar sus necesidades vitales. Estamos vivos. Nos relacionamos con el mundo a través del movimiento, sea visible y macroscópico o “invisible” y microscópico.

Todos somos nuestro cuerpo.

¿A dónde nos lleva todo esto? De la capacidad y la calidad de ese Movimiento depende la calidad de tu relación con el mundo. Aumenta tu capacidad de movimiento y aumentarás directamente tu calidad vital.

Te he mostrado una gran “casa”, como una mansión. Has visto la verja, has visitado los jardines, te he abierto la puerta principal y estás en el recibidor. Aquí te explico las numerosas habitaciones, los sótanos, hasta los cimientos. Pero esto no es una mansión. No es ni si quiera tu cuerpo. Esta mansión eres tú. Nos gusta clasificar las cosas para entender el mundo; como la mente y el cuerpo, pero esa dicotomía no existe. Tú no resides en un cuerpo como resides en una casa, tu mente y tu ser no se encuentran desbridados de tu “carcasa” física. Aunque hay muchos que viven así, de manera más o menos consciente.

Tú eres tu cuerpo, una unión indivisible e inentendible entre materia y psique, entre espiritualidad y terrenalidad. Las interacciones químicas y hormonales más básicas y comunes de tu cuerpo interaccionan con tu estado de ánimo y viceversa, tu mente es capaz de inhibir o estimular funciones aparentemente inaccesibles de tu cuerpo “inconsciente”.

Trátate como lo que eres: Una unidad indivisible. Al igual que alimentas tu cuerpo para vivir y estimulas tu cerebro y tu alma para ser feliz, estimúlate y aliméntate motrizmente para una vida mejor y más completa. Pero no olvides lo fundamental, no son sino piezas de un mismo puzzle, vértices y aristas de una misma figura geométrcia. Tu ser.

Controla tu cuerpo, contrólate a ti mismo

Ya sabes qué es tu “casa”. Y sabes que tiene puertas abiertas, puertas cerradas, y muchas puertas que te llevan a habitaciones que ni si quiera sabías que existían. Yo no tengo todas las llaves. Ni conozco todas las puertas. Yo te puedo abrir las puertas de los cimientos de tu casa. Te puedo enseñar a hacerlos más robustos y más fuertes que nunca. Pero no tengo todas las llaves de todas las puertas. Ni sé que puertas quieres abrir y explorar. Eso sí, puedo enseñarte a fabricar esas llaves. Incluso puedes aprender “tu electricidad”, “tu fontanería”, puedes decorar la mansión a tu gusto. Las opciones son infinitas y las pones tú.

A veces para fabricar tus llaves, o tus propias habitaciones, sólo tendrás que respirar. A veces, tendrás que forzar los límites de tu flexibilidad en tus piernas, o tendrás que mantener el equilibrio con los ojos cerrados. Pequeñas o grandes tareas como pequeñas muescas en una llave, o grandes ladrillos y vigas. Esto es para todos los públicos, pero no para todas las mentes.

Todos tenemos nuestro cuerpo, todos somos nuestro cuerpo. Pero no todo el mundo quiere ser responsable y hacerse cargo de él. O quizá sí, pero tienen “vergüenza”, complejos sobre qué dirán, problemas con la motivación o con su autoestima estética. Tenemos que lidiar con esas energías internas, abrir la mente a la exploración como cuando éramos niños. Sin complejos, sin miedos. Desde la intuición, desde la curiosidad, desde el juego. Vivir es una aventura, vivir es un juego. Un juego serio.

El movimiento es vida.

Vivamos.

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